Las botas viejas de Van Gogh
Ayer me encontraba en medio de un camino. Andaba y estiraba los brazos
para rozar un verdor de ortigas y moreras. Miraba mis botas, añorabamos
la lluvia y el barro, la sensación de superar el correr del tiempo.
Recordaba Galicia y un kilo de barro bajo mis suelas. El siguiente paso
no lo pude dar, mire el calzado y alucine.
Los cordones de las botas se descordaron, la lengueta me facilito una salida y me descalce. Me iba cagando y así las botas y recule un margen, me baje los pantalones. Que pensaba, simplemente en limpiarme el culo. No tenía bártulo ad hoc. Tras restregar la mano con la arena me la vi más limpia.
En situación y sin el apremio fisiológico dirigí la mirada al cielo esperando tornar de colores y chocar de nubes. O que apareciese ese Dios. Nada de nada. El agua me llegaba a las rodillas. Me puse las botas, empecé a andar y en el silencio de lo vivo me puse a recordar Mozart. Seguía sin saber adonde iba pero sentía el peso del barro bajo las suelas.
Los cordones de las botas se descordaron, la lengueta me facilito una salida y me descalce. Me iba cagando y así las botas y recule un margen, me baje los pantalones. Que pensaba, simplemente en limpiarme el culo. No tenía bártulo ad hoc. Tras restregar la mano con la arena me la vi más limpia.
En situación y sin el apremio fisiológico dirigí la mirada al cielo esperando tornar de colores y chocar de nubes. O que apareciese ese Dios. Nada de nada. El agua me llegaba a las rodillas. Me puse las botas, empecé a andar y en el silencio de lo vivo me puse a recordar Mozart. Seguía sin saber adonde iba pero sentía el peso del barro bajo las suelas.
Ya tiene título. Podéis verlas en la Fundación Mapfre. Pso. de Recoletos 23. Luces de Bohemia. Artistas, gitanos y la definición del mundo moderno.
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