Trinche Carlovich.





            Hoy he visto un reportaje en Informe Robinson sobre la vida del Trinche Carlovich, quién era este sujeto; hasta ver la emisión no tenía ni la menor idea. Uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia. El tipo sólo jugo 2 partidos en la primera división argentina y aún así creció una leyenda sobre su jerarquía futbolística. Sus padres eran emigrantes yugoeslavos y el nació en Rosario. En la provincia de Santa Fe el fútbol es una religión, y gente de edades comprendidas a partir de los 50 que descuentan el tiempo entre su pasión futbolera y los cafés y tabernas solo tienen un tema de conversación. El Trinche.

            El documental, muy bien hecho te traspone a la épica de la irresponsabilidad. Menotti, Aimar, Valdano, Bielsa y un largo etcetera de glorias nacionales y rosarinas desgranan su parte en la composición de la leyenda. No hay una sola imagen filmada del Trinche, solo fotos; las imágines las ves en los recuerdos de los profesionales y aficionados que tuvieron la suerte de verle en una cancha de fútbol. Marcelo Bielsa, entrenador actual del Athletic de Bilbao, ex-selecionador de Argentina y de Chile rememora dos años fatigando campos de futbol de la segunda división argentina solo por seguir al Trinche. Los paisanos de los bares rememoran sus maravillas y no alcanza su comparación con gente como Maradona o Messi.

            Es una delicia escuchar la lengua argentina de la gente del común, que precisión, que tono, no me extraña su éxito en el amor de retorno – a los orígenes, a Europa- . En un psicólogo empalaga, en un tío de por ahí agrada, saben hablar. La lengua cuando es rica va a la nuez. Es fácil saber si un argentino miente o seduce porque su pueblo tiene una riqueza tal que si se dilata ya sabes que lo que quiere son tus tetas. Por eso son encomiables los registros de Borges o de Cortazar. Aunque en el caso del ciego entiendo que atesorara un arte último para perderse en la luz de unos senos de mujer.  

            El Trinche jugo dos partidos con Rosario Central en primera, para el tercero estaba pescando. El entrenador lo devolvió a su particularidad y fichó por el Central de Córdoba. El Trinche se limitó a jugar. Jugando fuera de casa el presidente del equipo rival suplico a la AFA que le quitara la sanción que le impedía jugar ese partido, y jugo. Durante varios años todo forofo del equipo que fuera iba a ver los partidos donde cancheaba el Trinche Carlovich.

            Te hacia un caño y te esperaba para hacerte otro, paraba la pelota con el pecho y la bajaba con el hombro.

            Carlovich: “no se como, pero medio segundo antes sabia donde tenía que poner el balón, la pateaba y allí estaba el compañero.”

            Mundial del 74. Partido de preparación entre la selección Argentina y un equipo formado por jugadores de la provincia de Santa Fe. Todos de primera, de segunda solo llaman al Trinche. Ganan 3 – 1. Los jugadores que fueron a Alemania reconocen que tendrían que haber ido aquellos que les dieron esa paliza. Carlovich enseña todo su repertorio.

            En ese partido el Trinche jugó como siempre, se fijo en las 30.000 almas que limitaban la capacidad del recinto, nunca había jugado delante de tanta gente. El balón y jugar, jugar, jugar a un juego……… Y pescar.

            La leyenda engorda con irresponsabilidad, alcohol, mujeres, abandono etc. Se negó el triunfo por su desidia, por su mala cabeza.

            El Trinche con más años y operado de la cadera, con dificultad para andar, sobreviviendo más que modestamente recuerda todo aquello. Según el solo las mujeres y le entiendo. No se dio, viste.

            Pele no le quiso en el Cosmos, yo me lo creo. Se ve buena gente.

            Y si le pregunto –el periodista-: si volviera a tener 20 años. - No me pregunte eso, me vuelvo loco. El gesto del Trinche se inflama, los ojos se ponen rojos como la lava y llora, sale de cuadro. Su irresponsabilidad fue la presión de lo profesional. El solo jugaba al Fútbol. Jugaba a un juego, quizás no tuvo la oportunidad de que le aprendieran que la vida no es un juego. Estaba dotado y se quedo en Heráclito y sólo se podía expresar, crear y destruir como un niño que juega.

            No se de su grandeza para él, solo creerme la leyenda y creer su verdad, tiene todo el derecho. Seguro que ha sufrido y no lo merece, no sabía que eso ya no era un juego. Otros, ricos y pobres matan el tiempo hablando de él, El Trinche, solo y disminuido solo puede luchar por no recordar y mirar a los niños jugar al fútbol.

            Hay que echarle muchos cojones para estar vivo.

            Ole Trinche Carlovich.

             

           
           

           

           

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